Mucho se escribió y se escribe sobre el Yôga Moderno, pero casi nada se ha escrito sobre el Yôga Antiguo, que es mucho más fascinante. El Yôga Preclásico es una pieza viva de arqueología cultural que se considera extinguida en la propia India, su país de origen hace más de 5.000 años. Lo que es raro se torna más valioso, pero independientemente de ese valor como rareza, el Yôga Preclásico es sumamente completo y diferente de todo lo que se pueda estereotipar con el cliché “Yôga”. Además, al estudiar esa modalidad, tenemos incluso la satisfacción incontenible de estar dedicándonos al Yôga original, por lo tanto al más auténtico de todos. No obstante, ¿cómo estudiar si casi no hay bibliografía disponible?

Al comienzo no existía la escritura y el conocimiento pasaba por trasmisión oral. Después, en la fase del Yôga Clásico, alrededor del siglo III a.C., no existía la imprenta, los libros se escribían a mano y eran reproducidos uno a uno por copistas, lo que tornaba muy caro el producto literario y muy restringidas las ediciones. Por esa época había una cantidad irrisoria de obras; un tiraje exitoso llegaría a tener unos cien ejemplares. De esa forma, fue relativamente fácil que se perdieran obras enteras a causa de incendios, terremotos, inundaciones, guerras o, simplemente, por persecuciones ideológicas. No nos quedó casi nada.

Por otro lado, del Yôga Moderno se ha preservado prácticamente todo. En primer lugar, debido al menor tiempo transcurrido entre la época de publicación y la actualidad. Después, con el abaratamiento de los libros gracias a la llegada de la tipografía, se escribieron mucho más obras y sus tirajes alcanzaron cifras de miles de copias. Así, siempre podía haber unos cuantos ejemplares en otra región cuando se producían incendios, terremotos, inundaciones, guerras o persecuciones.

El resultado es que hoy casi todos los libros, escuelas e instructores de Yôga son de línea Medieval o están fuertemente influidos por ella. El Yôga Contemporáneo aún no ha tenido tiempo suficiente para una producción editorial relevante. Peor aún: la mayor parte está contaminada por los paradigmas de la fase anterior y se confunde con el Medieval, hasta por las propias jergas utilizadas y por la distorsión del significado de los términos técnicos aplicados.

Siendo así, sin disponer de caminos ya transitados hacia el Yôga más antiguo, para llegar adonde llegué fue necesario ir revolviendo, pulgada por pulgada, el escombro de los siglos. Primero analicé el Yôga Contemporáneo. Después, volviéndome hacia el pasado más próximo, escudriñé la vertiente del período anterior, el Yôga Medieval. Pasados unos buenos quince años de estudio, habiendo agotado la literatura disponible, llegó el momento de viajar a la India para investigar in loco. En Bombay (actual Mumbai) me sumergí en el Yôga Clásico y, en los Himalayas, en tradiciones tal vez más antiguas. Un buen día descubrí una modalidad que había quedado perdida durante siglos, el Yôga Preclásico. Más de veinte años pasaron, durante los cuales, yendo y viniendo de la India, traté de profundizar mi búsqueda en los shástras, en la meditación y en debates con swámis y saddhus de varias escuelas. El resultado fue impactante y me permitió cambiar la Historia del Yôga.

Más de diez libros de mi autoría se encuentran disponibles para download gratuito en el sitio web www.uni-yoga.org. Se puede acceder a ellos sin costo, porque nuestra propuesta no es comercial sino cultural. Trabajamos por un ideal, porque creemos en el ser humano y tenemos la esperanza de mejorar el mundo.


DeRose,

Yôga en Serio,
Ed. Egrégora,
Buenos Aires,
2010.

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Publicado por Natalia el 10.4.11  

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